viernes, 20 de febrero de 2015

DE BANDAS Y BANDERAS

Marita guardaba en su armario una banda blanca bordada en azul. Muy valiosa debió de ser, y muy significativa, cuando  ha sido conservada y protegida hasta llegar a hoy, junto a otras cosas entrañables como un buen montón de poesías de Germán.


Unas iniciales: H.R.C., un año: 1935. Y dos letras más: J. V. ¿José Vilar,  marido de Enriqueta, y padre de Marita, Joaquinín, Pupi, el niño, Moreni.., al que se brindó un homenaje en el Hogar años después de su muerte? ¿El propio Joaquinín, cuyas iniciales coinciden también con las letras bordadas?

 

Lo cierto es que es una reliquia y una pieza más para nuestro rompecabezas del Hogar.




Y ya que hablamos de reliquias, yo también quiero compartir una que está muy relacionada. Son unas palabras de mi abuela en el acto de entrega de la bandera del Hogar. No soy muy dado a las banderas ni los estandartes pero son tan emotivas y tienen tanto significado, que hacen que nos imaginemos una vez más  la dedicación y el entusiasmo de los que vivieron aquella aventura. Las transcribo textualmente y las acompaño de la primera y última cuartillas manuscritas:


Señores del "Pleno", cargos especiales del "Hogar Recreativo y Cultural": por segunda vez os he de dirigir la palabra en público para llevar a cabo una misión para mí sagrada y que aún no mereciéndola, me siento orgullosa de verificar.

 

Se trata, señores, de que por la bondad de estas señoritas que me acompañan, me he visto elevada al cargo de presidirlas y venir al frente de ellas a haceros entrega de la bandera, que desde hoy, ha de ser la enseña sagrada de nuestro Centro, siendo por consecuencia, al ser hecha la entrega por mis manos, madrina de la misma.

 

Mas no querría que así fuese, pues que en rigor, reconozco que cualquiera de las que me acompañan tienen categoría suficiente y han hecho méritos sobrados para desempeñar este cargo: por tanto, aunque sea mi voz la que escucháis, yo os ruego que consideréis a nuestro estandarte acogido, protegido y apadrinado por el grupo de mujeres completo que acudimos a hacer entrega de él, y por el amor con que le sientan, por todas las mujeres del Centro.

 

Es tanto lo que yo quiero al "Hogar", tanta la ilusión con que lo mimo, tal la emoción con que el día de hoy ha estremecido mi pecho, que no encuentro palabras ni pensamientos lo suficiéntemente grandes y elevados para que interpretaran fielmente lo que yo os quisiera decir.

 

Y de tal modo siento esto que os digo, que me parecerían pálidos y pobres hasta los sonidos de la lira.

 

Sí, señores, yo soy tan poca cosa, tan sencilla y simple, y me veo transportada a regiones y puestos tan elevados a mi categoría que me siento descentrada, algo así como fuera de mi lugar.

 

Mas no importa, tal vez vosotros creéis que lo merezco por mi amor intenso a todo lo que es el "Hogar Recreativo y Cultural", si es así, entonces no dejo el puesto; lo reclamo porque al quererle siento un desbordamiento de cariño, como un manantial inagotable, dispuesto a inundarlo de amor.

 

Yo me enorgullezco en decir, señores del Pleno y socios en general, que dedico a él y guardo para él las mismas ternuras que para mis hijos.


Esta bandera que os entrego ha sido bordada por las niñas de nuestro centro, y nuestras profesoras y señoritas con sus manos han acariciado su raso y al hacerlo así, con la ternura que caracteriza a la mujer amante, han puesto en ella algo de su ser.

 

No es una cosa de fórmula el acto que tiene lugar hoy,  no.

 

Yo lo veo bajo un punto de vista muy distinto.

 

Señores del Pleno, el acto de hoy es la primera rosa que florece en el rosal de vuestros corazones y la tenemos que cuidar de tal forma y con tal mimo que su lozanía dure hasta una nueva floración.

 

También me parece pueril que yo os recomendase nuestra bandera. El haceros esa recomendación a vosotros casi supondría una ofensa, pero si puedo haceros un ruego y es este:

 

Estamos tan satisfechos de vosotros, tenemos tal confianza y tal fe en todo lo que hacéis, en lo que imagináis y en lo que emprendéis que os entregamos nuestro tesoro que es nuestra bandera con la sonrisa en los labios y el orgullo en el corazón.

 

Con la fe inquebrantable y ciega del que la veremos ser muy grande, llegar muy lejos y subir muy alto.

 

Y al tiempo que de ella, os hacemos entrega también de una corbata que regala la Srta. María Ruiz del Valle y otra de la Srta. Paquita Gómez.

 

Señores del Pleno, únicamente a personas como vosotros, que tanto hacéis por nuestro "Hogar" y cuya generosidad de sentimientos y de alma conocemos, seríamos capaces de entregar esta bandera tan querida, que han acariciado nuestras manos, que han rozado nuestras frentes y que ha descansado sobre nuestro pecho.

 

Viva el Hogar Recreativo y Cultural.

 

La madrina

 

María Carrascosa

 

Y algo más. Una fotografía muy deteriorada en la que se ve a dos niños. Uno, mi padre, sujetando el mástil de la bandera del Hogar. Detrás, su hermano Alfredito. Una foto muy querida por nosotros.