domingo, 28 de diciembre de 2014

DE NACIMIENTOS Y REYES MAGOS

Los Carrascosa son grandes belenistas decía Enrique en la entrada anterior, y tal como quedamos, aquí van dos fotografías que me ha enviado. En la primera le vemos, de niño, sentado delante del Belén montado por su abuela Enriqueta, a la que le gustaba mucho y se daba buena maña con las escorias, las figuras y las casas. De ella lo heredó y aprendió, y sigue montando grandes Belenes en la actualidad, como el que vemos en la segunda fotografía.






Me he animado y he puesto una foto de nuestro nacimiento de este año. Es modesto pero también lo sigo poniendo recordando aquellos que montaba mi padre cuando éramos niños, con escorias, musgo natural y hasta agua en una ocasión. Hay cosas que quedan enganchadas a uno para siempre.





Además, como mi fiesta preferida es el día de Reyes, recupero una fotografía que viene que ni pintada y que tiene una anécdota navideña detrás. Yo no había nacido pero es una foto que me gusta mucho y que incluso tengo colocada en un rincón de mi casa. En ella se ve a mi hermana Marisa con un rey mago. Detrás de ellos también se ve parte del nacimiento.


A Francisco, un conocido de mi padre y quien limpiaba los cristales de los escaparates de su tienda de la calle Lagasca, le había salido un trabajo de rey en algún comercio. Tenía que poner el traje y no disponía de dinero para alquilarlo ni comprarlo, así que le pidió a mi padre que se lo hiciera. Como no se lo podía pagar, la única condición fue que se presentara por sorpresa en mi casa vestido de rey mago. Así lo hizo para regocijo de todos los chavales de la vecindad que estaban jugando en la calle y de pronto vieron llegar a un rey mago montado en vespa y al que le asomaban unas playeras de baloncesto debajo de la túnica real. Fue un día memorable para aquellos niños, entre ellos mis hermanas, que vivieron la visita de ese rey sin camello, en sus propias casas. 


Por último, un fragmento de un texto titulado Nuestra comida a los pobres, sacado del boletín del Hogar Recreativo y Cultural del 15 de enero de 1933, con motivo de una comida navideña ofrecida a "los pobres". No soy nada dado a los actos caritativos pero creo que, una vez más, de estas palabras se desprende claramente el espíritu del Hogar:


"No hubo discursos ni frases rimbombantes. La emoción no lo permitía, pero todos los comensales al marchar, después de haber disfrutado de la representación de dos piececitas dadas en su honor, en nuestro teatrito, El Chiquillo y Mañana de Sol, llevaban en su corazón la esperanza de la promesa formal que les habíamos hecho, de no desampararlos, de que nuestro Hogar haría por ellos siempre que pudiese, y para ello quedaron invitados a volver para el reparto de juguetes a los niños, donde algo habrá para ellos; para nuestros viejos, que son dos veces niños, como que los hay que pasan de los ochenta años y alcanzaron a los ochenta y siete.


También se les prometió dar una velada en su beneficio.


Todos disfrutaron mucho, saliendo muy satisfechos, pero la mayor alegría, la mayor satisfacción fue para los socios del Hogar, que empezaron el año cumpliendo un deber, y para el Pleno que realizó una promesa.


Que para el año próximo podamos fraternizar con doble número de pobres, es el deseo de todos los socios y protectores del Hogar y el de                                                                                                                                               Un comensal"




Os deseo que los Reyes Magos, los de verdad, os traigan lo que hayáis pedido. Estoy seguro de que os habéis portado bien, o sea que no tengo ninguna duda de que así será. Abrazos para todos.

martes, 9 de diciembre de 2014

NAVIDAD

 

No soy muy dado a estas fiestas que se nos aproximan ni tengo muy acentuado el espíritu navideño, pero ya que se nos echan encima de forma inevitable, quiero aprovecharlas para desearos a los que seguís el blog, tanto si participáis en él como si  sólo lo veis de vez en cuando, familiares o no, que tengáis unos días amables.

 

Y lo hago rememorando aquellas navidades Carrascosa que no viví pero me han contado tantas veces. Unas navidades en las que mi abuela llevaba a asar el cordero para la cena de Nochebuena a  la tahona de los barritas en Cardenal Silíceo, en las que después de la cena se reunían los tíos y primos para brindar y celebrar, en las que mi madre muerta de la vergüenza cantaba su Maitechu mía animada por mi abuelo, donde Je cantaba y bailaba la tarantela italiana aprendida durante la guerra, donde también estaban la hermana de mi abuelo,  la tía Victoria, y el tío José Luis, los tíos Toto, en las que se recitaban los montones de versos y obras de teatro aprendidas en los años del Hogar, donde se bailaba La Sinda y se cantaba aquello de los pastores son, los pastores son, los primeros que en la Nochebuena... y en las que en una ocasión mi abuela, muy supersticiosa, salió a la calle a buscar al sereno e invitarle a cenar ya que los comensales eran trece, número innombrable en mi familia.

 

Lo dicho, que tengáis un próximo año estupendo, que se cumplan vuestros deseos en la medida de lo posible y en la de lo imposible, que sigamos sabiendo unos de otros (escribí a Aurelita y tuve la grandísima ilusión de recibir su contestación por carta) y que los que andan pachuchos se recuperen.  Como decía mi tío Alfredo en su felicitación de Navidad del Hogar de 1932: Os deseo en el año nuevo, salud y prosperidad...