domingo, 21 de mayo de 2023

MARISA SAN JOSÉ VARGAS

Hace mucho, tal vez demasiado, que no me asomo a este blog y acabo de comprobar que la última fue para una despedida. Siento que en esta ocasión sea para lo mismo. Aunque no os preocupéis, no es una nueva pérdida.

Marisa se fue sin avisar en diciembre y han pasado varios meses. Me he resistido mucho a hacerlo pero me parece de justicia ya que si alguien estaba entusiasmada con este "hermanamiento" Carrascosa era ella. Disfrutaba cada nueva entrada o cada encuentro y era la primera en llamarme para darme su opinión y reírnos o emocionarnos con las anécdotas y recuerdos que aportabais.

Siempre pensé que el blog lo debía de haber escrito ella porque cumplía mucho más que yo con esa forma tan Carrascosa de afrontar la vida y tenía más gracia para contar cualquier cosa. Y encima se llamaba Luisa, nombre repetido en la familia a lo largo de generaciones. No sé si esto se volverá a poner en marcha en algún momento; ahora mismo no lo veo fácil. Me falta una batería importante, siempre a la sombra pero siempre presente. 

Me niego a regodearme lastimosamente en la ausencia de mi hermana. Solo os pido que la recordéis con cariño, el mismo que ella os tenía a todos vosotros, y que la tengáis presente en la noche de Todos los Santos recordando o recitando algunos versos del Tenorio, si son los de la apuesta entre Don Juan y Don Luis Mejía mejor que mejor.

Besos para todos.









sábado, 20 de noviembre de 2021

JULIA CARRASCOSA BASCOY

Ayer nos dijo adiós una de las más veteranas Carrascosa. Julia, hija del tío Jesús y de la tía Consuelo. 

Gracias a ella pudimos disfrutar de un buen montón de fotografías familiares cuando este blog comenzó a andar. Aparte de maravillosas fotos de Jesús en la guerra de África y otras de todos sus hijos, nunca agradeceré lo suficiente, a ella y a Juan Carlos, que me permitieran ver en una pequeña instantánea, casi de sueño, el escenario del Hogar Recreativo y Cultural, auténtico emblema del centro tantas veces imaginado.

Desde aquí, un abrazo muy fuerte a sus hijos, Loli y Juan Carlos Miguel Carrascosa.

¡Hasta siempre Juli!







martes, 29 de septiembre de 2020

TREINTA Y DOS PARRAS



El pasado 24 de agosto hizo setenta y seis años que La Nueve, división de ciento cincuenta republicanos españoles, inició la entrada de las tropas aliadas que liberaron la capital francesa de los nazis. Algunos medios de comunicación recordaron la efemérides y hablaron de ello. Pocos, que ellos ya están para “Sálvames” y pseudo-tertulias políticas que son como “Sálvames". Al hilo de eso, mi padre me comentaba: Me da envidia la gente que vio entrar los tanques españoles liberando París. Yo vi a los otros entrando en Madrid.

Luisito cumple hoy noventa años y, si doy la vuelta a los números, me pongo en los casi nueve años, otra vez nueve, que tenía cuando vio pasar por la calle López de Hoyos a las tropas vencedoras junto a su hermano Alfredo, que había ido a buscarle al colegio con un racimo de uvas como cada día. Terminó la guerra y, con ella, perdió un montón de sueños y paraísos que nunca desalojaron su cabeza ni su corazón, como les pasó a muchísimos niños y niñas de esa generación. La generación estafada, que dice él. Nunca más pudo volver a contar las parras, treinta y dos, que escoltaban el camino que conducía a su casa desde la cancela del jardín; nunca más pudo ver cada mañana a su hermano Daniel abriendo el telégrafo de la oficina comunicando por morse con Cibeles; nunca más vio a Alfredo ducharse con una vieja regadera colgada de un árbol; nunca más jugó con Manolo, su amigo del alma, encima de las baldosas amontonadas detrás de la casa; nunca más pudo ondear la bandera del Hogar. Nunca más.

Los años pasaron y, como es un optimista militante, nada ha podido con él ni con su sonrisa. Ni la grisura de sus años de juventud, en un país y una sociedad mojigata, ni las mil peripecias y dificultades que han ido rodeando su vida. Cuando tenía dieciséis años, Maruja, la hermana de su amigo Carlos, le presento a Ale, la chica más guapa y vergonzosa de la calle Mantuano. A él, que era un chulín. Casi nada, Luis San José, con su corbatita y su cuello subido recitando versos a la primera que se pusiera delante. Desde entonces están juntos. Y juntos han vivido tantas cosas como caben en sesenta y cuatro años. Y más. Para dar y regalar. Marisa, Reyes, Carlitos y todo lo que vino después.

Ha tenido mil oficios y todos los ha hecho con alegría. Chico de tienda en “La favorita”, desde donde llevaba las camisas hechas a medida al Teatro María Guerrero, una premonición, a Don Huberto Pérez de la Osa, su director en los cuarenta; fundidor junto a su hermano, todavía recuerda con precisión cada paso de las cajas, la arena de albero y el crisol; las tiendas… ¡ay, las tiendas! Cómo trabajó, disfrutó y sufrió a partes iguales. Nadie atendió nunca mejor que él a las clientas -digo a las clientas porque a una tienda de ropa de niños y mercería, en aquellos años, no entraban más que mujeres-, ni puso escaparates tan bonitos como los suyos. Pero la vida es perra y la generosidad de mi padre no casa bien con el comercio, para el que hay que ser un poco fenicio. Después, Copiadux, la tele, figuración en “La señora García se confiesa”, otra premonición, y tantas otras… él, que podría haber sido un grandísimo actor, ¡hasta binguero! Sabe muy bien, mejor que nadie, que ser trabajador es una actitud ante la vida, que uno trabaja desde que pone un pie en el suelo al levantarse por la mañana.

Es un orgullo ser su hijo pero, sobre todo, una suerte. No ha sido un padre al uso como no ha sido un hombre al uso. Creo sinceramente que ha mejorado a cada persona que se ha cruzado en su camino. O, por lo menos, le ha hecho la vida más agradable.  Pero esa actitud de beberse la vida y disfrutar cada día de las pequeñas cosas, porque sabe que son las que importan, no le impide llamar al pan, pan y al vino, vino; no le impide cabrearse ante las injusticias; no le impide decir lo que piensa; no le impide ser la persona más joven, más honesta y con una de las mentes más claras que he conocido.

Sabe y nos ha enseñado tanto… Siempre al día, pendiente de lo que pasa en el mundo e indignado por eso mismo.

Podría estar escribiendo días enteros y nunca conseguiría contar todo lo que es Luisito, Luis, mi padre. La familia, los amigos y cualquiera que le conozca, lo sabe. Hoy cumple noventa años y somos unos afortunados por tener la suerte de poder seguir  escuchándole, aprendiendo de su sabiduría, su cultura y su sentido del humor. Y tiene cuerda para rato porque nos ha confesado que ha firmado un contrato hasta los cien y, como está hecho con muy buenos materiales, piensa cumplirlo.

Y encima, a los noventa, te has reinventado como cocinero. No paras de sorprenderme papá.

 

29 de septiembre de 2020





sábado, 9 de marzo de 2019

MAÑANA DE SOL





Un buen y soleado rato mañanero hemos pasado hoy en La Prospe. Un tanto rápido, ya que aparcar en ese barrio, como en otros muchos de Madrid, no es tarea fácil. Me comprometo a ir en transporte público la próxima vez para poder permitirme no tener que estar mirando el reloj.

Paseíto por Lopez de Hoyos, buena charla, risas, cañas y raciones en La abuelita Alicia en la calle del Cardenal Silíceo, antigua calle del Viento donde, como ya sabemos, vivieron los primeros Carrascosas prospereños. 

Comentarios sobre el cambio que ha dado ese barrio a los largo de los años. La Plaza de Prosperidad, Segoviano, El arca de Noé, la casa de "las pelonas", la tahona de "los barritas", Lacazette... Viene que ni pintado un sentido y divertido poema realmente bonito de Germán Lacort, al que una vez más hemos recordado, que me pasó hace tiempo Enrique y que transcribo textualmente. Lo debió escribir a su puntual vuelta a España en los años setenta y cuenta su impresión al pasear por una ciudad y un barrio, los suyos, que le resultaban irreconocibles. 


Plaza de Moret, hoy José Piernas

Por muchas piernas que tenga
el amigo don José
la Plaza de José Piernas
siempre será de Moret.

Cuando yo llegué a mi barrio
de aquel Madrid que se fue
tan cambiados vi los nombres
que hasta del mío dudé.

Cual paleto extraviado
por mi Madrid deambulé
mirando los rascacielos
y rascándome el tupé.

Yo no daba pié con bola
-fácil es saber por qué-
que ni la bola encontraba (1)
para darle con el pié.

Y es que yo no soy Santillana
Juanito ni San José
ni siquiera el de las Piernas
de la Plaza de Moret.

Hoy llaman cafetería
al que ayer era café
y al servir dan tanta coba
que más bien te dan el té.

Ya no hay chuletas de huerta
que "jumean" y a mi fe
se acabaron los chochitos
los "torraos" y el cacahuet.

Todo es correr en Madrid
el por qué yo no lo sé...
quizás nos da por detrás
con sus piernas don José.

(1) Se refiere a la bola del reloj de Gobernación.



Gracias por venir Mari Cruz, José Antonio, Margarita, Narciso y Enrique, ha sido un placer volver a veros. Y también, claro, Marisa y Luis, pero a vosotros os veo "un poquito más".

¡Hasta pronto!









sábado, 23 de febrero de 2019

¿NOS VEMOS?

Queridas y queridos Carrascosas. Hace mucho que no nos vemos. Creo que la última vez que coincidimos algunos de nosotros fue en la presentación de la novela de Mari Cruz. ¿Os parece que nos veamos en la Prospe? He pensado en dos posibles días, los primeros sábados de marzo, dos y nueve, para dar un paseo matutino por allí y tomarnos el aperitivo. Si os apetece decid qué día os viene mejor y lo hacemos.

Os remito a la entrada de este blog, "Carrascoseando" para que recordéis los que estuvisteis y comprobéis los que no, lo bien que lo pasamos.

Besos para todos. 



viernes, 25 de enero de 2019

UN NUEVO AÑO

¡Buenos días y feliz año para todos!
 
Una entrada breve para contaros a quienes no lo sepáis que el día tres de enero murió Pío con  nada menos que ciento un años. También, no sé exactamente cuando, falleció Luci, hija de Violi. A Luci no la he conocido pero sí a Pío, aunque hace muchísimo tiempo, cuando él y Palmira nos visitaban en alguna ocasión en Santa Pola durante aquellos veranos de mi infancia.
 
Le agradezco a su hija Palmira que me haya escrito para que lo supiera. Además de ella, alguno de sus familiares se ha asomado por aquí de vez en cuando y por eso me permito ponerlo.
 
A modo de homenaje traigo de nuevo al blog una fotografía muy antigua en la que aparecen Pío, mis tíos Daniel y Alfredo y un cuarto niño que no sé quien es.
 
Mando desde aquí un abrazo a las familias de ambos y un saludo para todos.

 
 
 
 
 

martes, 30 de octubre de 2018

EN ESTA APARTADA ORILLA

Dedicado a todos los Carrascosa Beltrán que siguen este blog, especialmente a Juan Carlos, Marisa y Mari Cruz que sé que les gusta mucho. Aunque yo no soy muy del Tenorio, son unos preciosos versos que he escuchado en casa tantas veces... 

A ver si nos vemos pronto.

¡Abrazos y besos para todos!

Cálmate, pues, vida mía!
Reposa aquí, y un momento
olvida de tu convento
la triste cárcel sombría.
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada orilla
más pura la luna brilla
y se respira mejor?

Esta aura que vaga llena
de los sencillos olores
de las campesinas flores
que brota esa orilla amena;
esa agua limpia y serena
que atraviesa sin temor
la barca del pescador
que espera cantando al día,
¿no es cierto, paloma mía,
que están respirando amor?

Esa armonía que el viento
recoge entre esos millares
de floridos olivares,
que agita con manso aliento
ese dulcísimo acento
con que trina el ruiseñor
de sus copas morador
llamando al cercano día,
¿no es verdad, gacela mía,
que están respirando amor?

Y estas palabras que están
filtrando insensiblemente
tu corazón ya pendiente
de los labios de don Juan, 
y cuyas ideas van
inflamando en su interior
un fuego germinador
no encendido todavía,
¿no es verdad, estrella mía,
que están respirando amor?

Y esas dos líquidas perlas
que se desprenden tranquilas
de tus radiantes pupilas
convidándome a beberlas,
evaporarse, a no verlas,
de sí mismas al calor;
y ese encendido color
que en tu semblante no había,
¿no es verdad, hermosa mía,
que están respirando amor?

¡Oh! Sí, bellísima Inés
espejo y luz de mis ojos;
escucharme sin enojos,
como lo haces, amor es:
mira aquí a tus plantas
todo el altivo rigor
de este corazón traidor
que rendirse no creía,
adorando, vida mía,
la esclavitud de tu amor.