lunes, 22 de febrero de 2016

DESDE TIEMPO INMEMORIAL... LA CALLE DEL VIENTO

Seguramente no sepáis, yo me acabo de enterar, que la calle donde nacieron algunos de nuestros padres y abuelos, aquella donde estaba la casa de los bisabuelos Lucía y Pío, y una de las más antiguas de La Prospe, no siempre se llamó Calle del Cardenal Silíceo. Según parece, con anterioridad, su nombre era Calle del Viento; y el sitio exacto donde estaba “el terreno de la abuela” era un punto llamado Las paredillas. La verdad es que a mí me gusta más el primer nombre de la calle que el, un tanto impronunciable, del cardenal.


¿Qué cómo me he enterado? Pues ni más ni menos que teniendo en mis manos, gracias a Ninín que la ha encontrado en su casa rebuscando entre papeles, la escritura de compra-venta del terreno, de fecha veintiuno de febrero de mil novecientos cuarenta y uno. Hace la friolera de setenta y cinco años.


Gracias a que Ninín me ha pasado este documento, todos podemos conocer tanto tiempo después los detalles de la venta de ese terreno por parte de los hermanos Carrascosa Beltrán. Por ejemplo, que el precio de la venta fue de cuarenta mil pesetas, una cifra muy respetable teniendo en cuenta el año en que se hizo y que, con toda seguridad, hizo mucho más llevaderos los difíciles años de posguerra para los hermanos y sus familias. Concretamente a mi abuela, le permitió comprar las máquinas de coser para el taller con el que se ganaron la vida durante muchos años.  Por ejemplo, que el  terreno medía exactamente 656 metros y cincuenta centímetros, 8447 pies. Por ejemplo, que tanto Lucía como María, tuvieron que firmar, cosas de la época, “asistidas” por sus maridos, Daniel San José y José Ibáñez. Por ejemplo, que la hermana pequeña, la tía Luisa, es la única que no aparece en la escritura, probablemente debido a que no estaba registrada, “no existía”, pero eso lo dejamos para otro día.


Por cierto, al ver las firmas, a Ninín le sorprendió mucho enterarse, a estas alturas, de que mi abuelo, su tío Daniel como le conoció toda la vida, en realidad no se llamaba Daniel sino Blas. Había nacido el día de San Blas y por eso llevaba ese nombre con el que nadie nunca le identificó. Pero el por qué todo el mundo le llamaba Daniel es otra historia y también la dejamos para otro día.


El papel es muy curioso, lo leo y releo como si del mapa de un tesoro se tratara, y tiene alguna frase memorable como que “los vendedores se encuentran en posesión continuada desde tiempo inmemorial”, dato de una gran exactitud... en fin, ahí tenéis las fotografías para que, si os interesa, podáis leerlo en su totalidad, Otra pieza, otra reliquia, otra joya impagable para el tesoro Carrascosa.


Muchas gracias Ninín.